¿Quién dijo que la modernidad es solo para la gran ciudad? En los fogones solidarios de Arequipa, donde la comida se sazona con esfuerzo y esperanza, ha llegado una revolución silenciosa pero poderosa: las tarjetas del Banco de la Nación. Las lideresas de las 89 ollas comunes de la ciudad pueden decirle adiós a los trámites engorrosos.

Ahora tienen una forma más ágil, segura y transparente de manejar los recursos para alimentar a miles de personas.


Con los primeros depósitos ya en sus cuentas, estas heroínas de la cocina solidaria tienen en sus manos algo más que plástico: tienen autonomía, rapidez y la libertad de decidir qué ingredientes frescos llevarán a la mesa de sus comensales. Gracias a una transferencia de fondos del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (MIDIS), las ollas comunes y los 214 comedores populares de la ciudad recibirán, por primera vez, subsidios bimensuales de entre 400 y 1,600 soles, directamente en sus cuentas bancarias.

Este presupuesto, asignado por el MIDIS, busca garantizar la seguridad alimentaria de miles de personas en situación de vulnerabilidad. La Municipalidad Provincial de Arequipa, en coordinación con el ministerio, ha facilitado la implementación del sistema de tarjetas bancarias para que los fondos lleguen de manera más rápida y segura a quienes más lo necesitan. Con este apoyo, las organizaciones podrán adquirir insumos de mejor calidad, asegurando comidas más nutritivas y balanceadas.

Durante la entrega simbólica en el distrito de Cayma, el alcalde Víctor Hugo Rivera destacó la importancia de este avance: “Sabemos que la mejor receta para ayudar es dar herramientas que realmente sirvan”, expresó. Ahora, las ollas comunes podrán complementar sus despensas con productos más frescos y variados, beneficiando a las 14,791 personas que dependen de estos espacios de solidaridad.

Pero hay un detalle clave: con gran poder viene gran responsabilidad. Para garantizar que cada sol cumpla su propósito, las representantes de las ollas comunes deberán rendir cuentas con comprobantes de pago.

Más que una fiscalización, se trata de un mecanismo que busca asegurar que esta ayuda se traduzca en comida en la mesa y no en recursos mal utilizados.