El emblemático Pasaje del Cañón, ubicado en el corazón de Arequipa, ha sido cuidadosamente restaurado y estará nuevamente habilitado para el acceso público.
Este pasaje, que conecta la primera cuadra de la calle San Francisco con la primera cuadra de la calle Jerusalén, ha sido una parte integral de la ciudad desde la época colonial, y ahora, gracias a las recientes labores de mantenimiento, ofrece a los ciudadanos la posibilidad de visitarlo de lunes a viernes.
Conocido históricamente como el “Callejón de la Pólvora”, el Pasaje del Cañón es un espacio que resalta por su valor arquitectónico y cultural dentro del centro histórico de Arequipa.
Originalmente fue una servidumbre de paso vinculada a la Casa Tristán del Pozo, ubicada en su lado este, y servía como un corredor que conectaba las tiendas jesuitas en la calle Mercaderes. Durante los siglos, ha sido testigo de la evolución arquitectónica de la ciudad y de la transformación de su entorno.
El proceso de restauración ha puesto en valor la entrada al pasaje por la calle San Francisco, que se caracteriza por su imponente arquitectura colonial con columnas pareadas, frisos y una cornisa que reflejan el estilo barroco y neoclásico predominante en Arequipa. Este diseño se asemeja al de la cercana Casa Tristán del Pozo, una de las construcciones más importantes de la ciudad. En contraste, la entrada por la calle Jerusalén presenta un estilo más contemporáneo, con un balcón voladizo y detalles enrejados que muestran las distintas etapas de intervención que ha tenido el pasaje a lo largo de su historia.
Como parte de las mejoras, se han colocado 12 cuadros fotográficos que muestran los monumentos más importantes de la ciudad de Arequipa. Estas imágenes no solo embellecen el espacio, sino que también ofrecen a los visitantes un recorrido visual por los tesoros arquitectónicos y culturales de la ciudad. Esta nueva adición convierte al pasaje en un punto de interés no solo por su valor arquitectónico, sino también como una exposición permanente que invita a redescubrir la ciudad.
El Pasaje del Cañón es, además, un reflejo del legado histórico de Arequipa. En documentos coloniales, se menciona que fue donado por el capitán Diego Hernández Hidalgo a los jesuitas, junto con las tiendas que lo rodeaban. Desde entonces, ha sido un espacio vital en el centro histórico, utilizado tanto para el tránsito como para el acceso a las construcciones aledañas, entre ellas la Casa Tristán del Pozo. La restauración ha permitido reforzar las estructuras del pasaje, preservando su integridad frente a los desafíos sísmicos que han afectado a la región a lo largo de los siglos.
Hoy, el Pasaje del Cañón vuelve a ser un espacio abierto al público, donde tanto los ciudadanos como los turistas podrán disfrutar de su singular belleza y su rica historia. Su adoquinado, sus muros coloniales y las nuevas fotografías instaladas invitan a recorrerlo, ofreciendo una experiencia que conecta el presente con el pasado. Este pasaje es una pieza fundamental del patrimonio arquitectónico de Arequipa y, tras su restauración, se consolida como un espacio cultural accesible para todos.